La estructura del organismo en un adulto tiene ciertas diferencias a la de un bebé. Son etapas diferentes con necesidades distintas.
Mientras el cerebro de un bebé busca crecer y desarrollarse, el cerebro del adulto deja de crecer y busca mantener en orden las funciones del cuerpo.
El cráneo de un bebé
Esta capa protectora cuenta con menos huesos que los seres humanos adultos. Necesitan ser flexibles y blandos para poder realizar el proceso natural del parto al momento de nacer. Mientras el cerebro crece, los huesos de esta zona no se pueden osificar, ya que no permitiría su crecimiento y el órgano no tendría suficiente espacio para crecer.
Las suturas y fontanelas permiten que el crecimiento del cerebro sea posible y al mismo tiempo mantienen unidas las piezas de los huesos del cráneo se unen en la etapa adulta.
El cráneo de un adulto
Veintidós huesos en el cráneo de un adulto se encargan de proteger órganos como el cerebro o el sistema nervioso central. Al crecer, los huesos se establecen y fusionan entre si creando una sola estructura ósea, mucho más fuerte que la de un bebé. El cerebro detiene su crecimiento y por eso el cráneo deja de tener movilidad.
Comparación entre ambos cráneos
Es una respuesta muy inteligente del organismo humano el desarrollo que tiene el cráneo desde que nace hasta que se es adulto. De bebé no puede fijarse por completo porque causaría terribles daños al cerebro, con una movilidad útil para los procesos naturales que debe atravesar el pequeño humano.
De adulto se encarga de proteger aquello que deja de crecer, el cerebro. Existen más huesos en distintas áreas de la cabeza.
A pesar de que es una estructura ósea bastante fuerte debemos protegerla si vamos a realizar alguna actividad extrema. De esta manera, protegemos nuestra salud y posibles daños graves.